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domingo, 11 de noviembre de 2007

Matsu

Nueva visita a Matsu, nuestro japonés de cabecera (http://www.matsu.es/) situado en el Trade Center, la nueva zona de moda de St. Cugat. El local es agradable y bien decorado, con mesas cómodas y a una distancia suficiente, existiendo tambien la posibilidad de comer en la barra. El ambiente resulta acertado tanto si se acude a comer el menú de mediodía como si se quiere gozar de una velada plenamente gastronómica. Esta vez acudimos durante la cena y para probar el menú degustación (50€) Existe otro menú de precio superior pero que es necesario reservar con 3 o 4 días de antelación.

Estamos ante un restaurante que se autodefine como de Cocina japonesa mediterránea, pero que nadie se asuste, no vamos a encontrar "paella de sushi" ni otros inventos extraños de cocina fusión mal entendida. Al contrario, este es un restaurante de corte netamente nipón, donde se siguen escrupulosamente las técnicas milenarias de la cocina japonesa (tanto el maître como los cocineros son profesionales japoneses de amplio currículum y prestigio) si bien esto no es óbice para que se aprovechen tambien productos y técnicas de la zona mediterránea, dando como resultado una cocina mutuamente enriquecida e influenciada pero repito, de sabor netamente japonés.

Una de las virtudes del restaurante y que lo diferencia de otros japoneses es el más que correcto trato del vino, donde se nota la profesionalidad de Jordi Hirata y su equipo. Nos recomendaron escoger un blanco seco, inclinándonos inicialmente por un Jané Ventura, finca els camps (100% macabeu) y terminando la cena con un Gran Caus blanc. Copas correctas y buena selección de aguas y sakes.

Vamos con la crónica del menú.

1) Galletas crujientes de arroz.


Es el aperitivo de la casa, un sencillo snack de arroz tostado que recuerda levemente a las palomitas de maíz y similares.

2) Gamba, vieira y calamar.


Excelente primer plato, con un toque de algas y jengibre y un perfecto punto de cocción de los ingredientes.

3) Tempura.


Execelente fritura tradicional japonesa, crujiente y nada aceitosa: en su punto. Conviene recordar que el origen de la palabra tempura es latino, pues fueron los misioneros jesuitas españoles y portugueses, que durante el siglo XVI introdujeron la costumbre de tomar frituras de pescado y verdura en los tiempos de vigilia (llamados en latín tempora ad quadragesimae, es decir, tiempos hacia la cuaresma) A pesar de la expulsión de los misioneros y de todos los extranjeros de Japón, persistió la costumbre y la denominación de la tempora. En este caso, el plato estaba compuesto por gamba, congrio, setas y boniato (un buen ejemplo de aprovechamiento de un ingrediente local y estacional pero usando técnicas netamente japonesas). Se acompaña de una salsa y un puré de rábano que se recomienda mezclar con la salsa.

4) Tataki de atún.


Se trata de un plato de atún que cada vez goza de más presencia en occidente, en concreto de la parte más apreciada y grasa, la ventesca o Toro según se denomina en japón. Hemos probado algunos tatakis con un sabor muy fuerte a soja, muy salados o con marinajes demasiado prolongados. No fue este el caso, pues el plato se presenta con un ligero flambeado de sake y un leve dorado externo en plancha. Muy bueno, goloso y delicado a la vez.

5) Sopa de setas.


Uno de los platos más destacados de la cena. Nos contaron que es tradicional en japón servir estos consomés de setas en el punto medio del ágape, con función diurética y desengrasante (algo así como los horrorosos sorbetes de limón que tanto se estilaban por estos lares y que afortunadamente han ido cayendo en desuso) En Japón se suele medir la habilidad de un cocinero por su pericia en este tipo de preparaciones, ya que se trata de un plato que se hace al momento, tras una cocción muy breve; de hecho el plato recuerda más a una infusión que a una sopa propiamente dicha. En este caso se presenta un Boletus crudo (excelente) y otro ejemplo de producto local con un aprovechamiento plenamente acertado, sobre el que se vierte el caldo, de un sabor limpio y suave, muy reconfortante. Toda una sorpresa.

6) Sushi.


Combinado de tres piezas: salmón salvaje, ventresca de atún y anguila ahumada. Muy buena calidad de la materia prima y buen arroz aunque el grano quizá demasiado suelto. Indiscutible campeón el de anguila, con un sabor increíble a ahumado que llenaba completamente la boca y de retronasal muy persistente. Nos quedamos sin probar los excelentes Maki de la casa.

7) Entrecôte de Buey.


Riquísimo plato de carne. Sí, en Japón también se come carne... en realidad una de las mejores carnes del mundo es japonesa: el famosísimo Kobe. Se trata de una raza de bueyes japoneses de piel negra de costosísima crianza: todos los días los bueyes reciben un masaje que les ayuda a relajar y conseguir un buen tono muscular. La dieta de los bueyes de Kobe incluye sake y cerveza. Una carne de una textura tan sutil que al parecer llega a sugerir al Foie Gras y de un sabor que los especialistas de todo el mundo consideran incomparable.

Hecha esta primera introducción, hay que aclarar que el auténtico buey Kobe tan solo se puede degustar en Japón, pues su exportación está prohibida. En españa se comercializa carne tipo Kobe que en realidad corresponde a bueyes de raza similar criados en Nueva Zelanda según la técnica japonesa y que llega a alcanzar un precio sobre los 300€ por kilo (caro, pero muy inferior al que se paga por el Kobe auténtico)

El entrecôte que degustamos procede de bueyes criados en Dinamarca de manera artesana (sin llegar a las sofisticaciones aplicadas en Japón) El resultado es una carne excelente, sabrosa y mantequillosa que nada tiene que envidiar a los mejores chuletones vascos o gallegos. Muy recomendable.

8) Surtido de postres.


En la cocina tradicional japonesa (y en general en oriente) no suele existir el concepto de "postre" tal y como lo conocemos en occidente. En este caso se trata de una concesión al gusto occidental, pero más que notable. La degustación consta de:

- Flan de horchata: muy bueno, con neto sabor a chufa.
- Trufa de pasta de arroz con chocolate: muy rica y de textura gomosa muy curiosa.
- Helado de te verde: ya muy introducido en los restaurantes japoneses occidentales; en este caso bien ejecutado y nada empalagoso. Se acompaña de un poco de puré de alubias rojas dulces.

Regado con sendos chupitos de "ciruela japonesa" y sake. Café y té. En fin, una cena muy agradable y un restaurante de referencia para los cada vez más nuemrosos aficionados a la cocina japonesa de calidad. Y os dejo con un par de fotos en plan otaku para no desentonar. Gracias a Josep, Marta y Sonia por su inestimable compañía

domingo, 21 de octubre de 2007

Una cena con Dani García

Casualidades de la vida. Hace unos días estábamos en Sitges, en el festival de cine (otra de mis pasiones) Nos dimos una vuelta por el Meliá Sitges y vimos que se anunciaba una próxima cena a cargo de Dani García en otro hotel de la cadena, el Meliá Golf, en Caldes de Malavella, junto al aeropuerto de Girona (http://www.meliagolfvichycatalan.com/)

Al parecer, dado que Dani oficia en el Calima, restaurante malagueño adscrito a la cadena Meliá, de vez en cuando se presta a eventos de este tipo actuando como cocinero invitado en restaurantes afines. Nos pareció una oportunidad única para conocer la cocina de Dani, que a pesar de su juventud, ya es un cocinero de renombre mundial y el máximo exponente de la nueva cocina andaluza de autor. Si bien está claro que para apreciar al 100% la cocina de un autor hay que verle en terreno propio, era algo que no podíamos pasar por alto. Allá vamos:

1) Urta a la roteña.

La urta es un pescado que se suele cocinar con verduras. Se trata de un plato tradicional de Rota (Cádiz) que en principio sólo consumían los pescadores y gentes modestas al ser un pescado poco apreciado. La versión de Dani es un plato frío, con toques ácidos emparentado con los ceviches peruanos y acompañado de algas conformando un toque oriental. Un entrante agradable y con toques de cocina fusión aunque netamente andaluz.

2) Queso de cabra con foie y manzana caramelizada.

Es un clásico del Calima (un plato creado en el año 2000) y un claro homenaje al famosísimo “milhojas de foie, anguila y manzana caramelizada” del gran Martín Berasategui, de quien Dani fue alumno aventajado. Un plato rico y bien contrastado, si bien hay que decir que en este caso el alumno no ha conseguido superar al maestro… pero es que Martín es mucho Martín. Un guiño lleno de complicidad gastronómica.

3) Gazpacho de cerezas con nieve de queso fresco y anchoas.

Otro plato de añada, en este caso del 2002. Un sabrosísimo gazpacho andaluz de cerezas y en el que Dani introduce uno de los elementos característicos de su cocina, el empleo del nitrógeno líquido (en el que ahondaremos más adelante) Muy refrescante y sabroso.

4) Emulando el fondo del mar.

Un plato bellísimo, que se enmarca en la categoría de “paisajes gastronómicos” con neto sabor a mar, toques yodados y ácidos. Ostras, algas…y patatas, sí, patatas. Dani emplea una variedad americana de patatas violetas que después de varias cocciones toman el precioso color azulado que podéis observar en la foto. Un plato bello y de sabor complejo.

5) La esencia del calamar de pota de motril.

Un sabroso estofado de calamares. Tiernos y bien cocidos, y muy rica la salsa, para mojar pan (un pequeño fallo de servicio: se echó en falta una cuchara para rebañar). Me llamó la atención el corte del cefalópodo, con tajos cruzados, muy al estilo oriental.

6) Olla gitana.

Quizá el plato más rico de la cena. Un estupendo y ligerísimo cocido: sobre una patata rota al mortero, un huevo pasado por agua en un caldo de olla gitana con judias y calabaza. Un plato invernal y reconfortante. Muy bueno.

7) La Moraga.
¿Qué es una moraga? Bueno pues según la RAE, en su segunda acepción, la moraga es “en Andalucía, el acto de asar con fuego de leña y al aire libre frutas secas, sardinas u otros peces." Se trata de la fiesta malagueña más tradicional, que tiene lugar en San Juan, cuando por la noche se asan pescados al espeto en la playa. La versión que Dani nos ofrece, se divide en tres componentes: en primer lugar unos espetos propiamente dichos de ventresca de lubina y gamba roja (presentados en un plato con arena, como si se tratase de una playa); en segundo lugar un sabrosísimo lomo de lubina al carbón, y todo ello acompañado de una espectacular sangría-nitro.


Resulta asombroso observar el proceso de elaboración de la sangría. En este caso se trata de una sangría de cava y mango. El mango se encuentra en un sifón que se mezcla con nitrógeno líquido (a -180 grados, ahí es nada), congelándose al momento y fromando una especie de “pepitas heladas de mango”, con apariencia sulfurosa, que se depositan sobre la copa de sangría. Podeis ver en la foto el proceso completo. Muy espectacular.



En cuanto a la lubina, comentar que Dani nos explicó que prefería las lubinas de acuicultura a las salvajes, ya que tienen una distribución de la grasa que las hace más jugosas y sabrosas (bravo por quitarse los complejos de encima y soltar ese tipo de verdades, que más de uno calificaría de “herejías gastronómicas”) Un bocado audaz, que se presenta absolutamente desnudo, sin salsas ni guarniciones que enmascaren el sabor original de las brasas.

El conjunto es de auténtica performance, llamando más la atención la elaboración que el resultado gustativo final. Original, sorprendente y sobretodo, divertido.

8) El torcal de Antequera.

Otro homenaje paisajístico, esta vez en forma de postre. El Paraje Natural "Torcal de Antequera" es un paisaje kárstico de unos 20 kilómetros cuadrados situado en el término municipal de Antequera (Málaga), famoso por las caprichosas formas que los diversos agentes erosivos han ido modelando en sus rocas calizas. Dani lo concibe apilando unos círculos de mousse (chocolate y limón) junto con una galleta quebradiza (estupenda) sobre un fondo de crema, resultando un buen postre en su conjunto, si bien más bello que sabroso.

9) Petit fours.

En este caso un puro trámite poco original: de izquierda a derecha, golosina de frambuesa, galletitas y trufas.

En resumen, una grata experiencia. Dani se muestra como es: un cocinero joven, sin complejos, desenfadado y con ganas de agradar. Una cocina más vistosa que sabrosa, casi expresionista y que concede mucha importancia de la técnica y las formas (¿quizá demasiada?) y muy anclada en la tradición andaluza con ánimo de renovarla y proyectarla al futuro (algo que debe mesurarse pues puede ser una virtud a la vez que un lastre) En todo caso una propuesta original y comprometida con la alta gastronomía, de la que habrá que seguir su evolución.

Reitero que para conseguir una visión más objetiva, habría que desplazarse al feudo de Dani (http://www.restaurantecalima.com/) ya que lógicamente, una cocina de tanta complejidad es muy fácil que pierda enteros si debe viajar, puesto que adaptarse a un nuevo entorno y equipo es francamente complejo. A pesar de ello, aplaudimos la iniciativa del Meliá Golf, que salió más que airoso del reto. A destacar el equipo del hotel, muy atento y agradable y que contribuyó al buen desarrollo de la velada. Buen maridaje de vinos y excelentes panes para un evento más que interesante ¿se puede pedir más?

lunes, 24 de septiembre de 2007

El Bulli 2007

Despues de unos años sin acudir a la obligada cita con el Maestro, y de innumerables avatares que os ahorro, hemos vuelto a gozar de los placeres del Bulli.

La experiencia fue maravillosa y superó con creces nuestras expectativas; el punto esencial, diría yo, es que cada vez hay menos “performance” y más cocina… evidentemente conserva en varios momentos el toque provocador y juguetón que le caracteriza, pero en general se ven platos muy pensados y con contrastes armónicos muy sutiles, pero lo más importante es que son platos muy ricos de comer. A diferencia de otras ocasiones en que destacaban mucho los snacks pero el menú se desinflaba un poco en su parte central, en esta ocasión se mantuvo el nivel muy alto durante toda la cena, alcanzando las mejores cotas precisamente en los patos centrales (personalmente el tramo entre los platos 15 y 22 me pareció espectacular). No sé si es o no el mejor cocinero del mundo, pero desde luego ofrece algo que nadie más puede ofrecer y además, evoluciona a mejor.


Esto es lo que el señor Adrià tuvo a bien ofrecernos:

1) Gin Fizz Frío-Caliente.

Después de la llegada y un pequeño tour por la cocina (donde vimos a un Ferran atareado y tomando notas) nos instalaron en la maravillosa terraza donde tomamos un cóctel de bienvenida. Un gin-fizz (cóctel clásico americano a base de limón, ginebra y soda) donde la parte de abajo era fría y la parte de arriba (montada en directo con un sifón de espuma) caliente. Curioso y bastante ácido. He de decir que todas las veces que hemos estado en el Bulli, el cóctel inicial ha sido un gin-fizz en distinta versión (no está mal como marca de la casa, pero personalmente preferiría que fuesen variando)

2) Aceitunas verdes esféricas.

Nos las sirvieron junto con el cóctel. Muy divertidas ya que no eran aceitunas reales sino “líquido de aceituna” con forma de aceituna (con la famosa técnica de la esferificación) Al comerlas se deshacían en la boca. Atención al detallito del cubierto donde iban servidas: una réplica en metal de las cucharillas que vienen en los botes de jarabe.

3) Pepitas de oro.

Es una especie de corteza con sabor a parmesano y aspecto dorado. Sin más.

4) Corteza de cerdo con olivas negras.

Este es el primero de los snacks que traen de golpe. En cuanto a este plato, al parecer a Adrià le gustan los contrastes con olivas (ya habíamos probado en otra ocasión el chocolate blanco con olivas negras)

5) Frutas Lyo.

En este caso unos bastoncitos de piña liofilizada (o deshidratada) Muy ricos, recordando a las gominotas infantiles pero con un punto ácido genial.

6) Merengue de remolacha y yogur.

Más que el sabor en este caso destacaría la técnica, ya que eran completamente huecas (como pelotas de ping-pong)

7) Chocolates salados: arándanos, yogur y pistacho.

Muy ricos; se trata de unas pequeñas tabletas de chocolate dulce-salado. El de pistacho excelente.

8) Catanias saladas.

Las catanias son un dulce muy típico de varias partes de Cataluña (en especial Tarragona y Vilafranca del Penedès) consistente en recubrir frutos secos con una cobertura especial de chocolate. Esta es sin duda la mejor Catania que he comido. Albergaba en su interior una nuez jugosísima (no se como la obtendrán, si por remojo o cocción) Uno de los puntos memorables del menú.

9) Bombones de mandarina y cacahuete con curry.

Este es el primer plato que nos sirvieron en la mesa, una vez ya abandonada la terraza. Se trata de dos bombones, el redondo relleno de manteca de cachuete y el cuadrado de mandarina (completamente líquida, por lo que se producía una curiosa sensación al romper la cobertura)

10) Bizcocho de pistachos con mousse de leche ácida.

Aquí se trata de poner una buena cantidad de “espuma” sobre el bizcocho (atención a la cucharita, una versión metalizada de las cucharitas de helado, monísima) El bizcocho está liofilizado, por lo que prácticamente se desintegra en la boca.

11) Bizcocho de sésamo y miso.

Sin duda de lo mejor de la noche. Un increíblemente esponjoso bizcocho de sésamo con miso (una pasta de legumbres fermentadas muy usada en la cocina japonesa) El bizcocho era bastante grande pero nos dijeron que había que comerlo de un solo bocado, cosa aparentemente imposible. El truco es que el bizcocho era tan esponjoso que cabía perfectamente en la boca. Delicioso; yo me zamparía uno cada tarde para merendar.

12) Sándwich de piña verde y piñones.

Esto es un homenaje al bosque. La parte blanca viene a ser como una especie de “porexpan” realizado con el agua resinosa de las piñas de pino. Está relleno de una crema de piñones. Al traerlo, te enseñaban una piña de bosque… nos contó el camarero que a nosotros, al ser mediterráneos, no nos hacía falta pero que vienen clientes de partes del mundo (Japón, etc.) que no han visto una piña piñonera en su vida o que la tienen muy descontextualizada. Atención a la virguería de platito donde iba servida.

13) Fondant de frambuesa con vinagre de frambuesa.

Otro plato rico rico. La frambuesa, dulce y caliente contrastaba de maravilla con la acidez del vinagre, muy perfumado.

14) Flores de horchata.

Como un “polo” de horchata pero con un sabor muy concentrado a chufa. Más refrescante que otra cosa.

15) Yogur de ostras con Pedro Jimenez en témpura.

Otro de los momentos álgidos de la noche. El “yogur” (más bien una sopita o crema) estaba muy rico, con un sabor potenciado a ostra… y el Pedro Jimenez rebozado era increíblemente bueno. La magia absoluta se producía al mezclar las dos cosas (primero yogur y después la pasa) dejando en la boca un sabor nuevo, maravilloso y persistente. A esto me refería antes cuando decía que no solo había juego y diversión sino auténticos sabores y “cocina de verdad”, al fin y al cabo cocinar es juntar varios ingredientes logrando un resultado mejor que con los ingredientes por separado.

16) Judión con panceta Joselito.

El judión es falso; viene a ser una crema de judías (excelente) esferificada, siguiendo la técnica de las olivas del principio. El conjunto, con la panceta translucida y el pimentón era como comerse unos judiones a la segoviana, pero en versión “modernizada” un plato muy rico y muy divertido.

17) Caviar de miso.

De nuevo el miso japonés, que ya apareció en el bizcocho comentado anteriormente. En este caso, en forma de falso caviar. El camarero no nos dijo que era de miso, y se trataba de adivinarlo (cosa que evidentemente no hicimos, si bien estuvimos teorizando sobre el posible sabor: ¿berenjenas, soja, aloe vera, espinacas, espárragos?) Una divertida concesión a la “performance”.
18) Anchoa con jamón y yogur.

Podríamos definirlo como una deconstrucción aligerada de las migas con sardinas. Excelente la anchoa y muy muy crujientes las migas. El canelón que observáis está hecho con una textura similar a la de la capa que se forma al hervir la leche, pero con sabor a jamón (aportándole el toquecillo graso que requieren las migas) Delicioso.

19) Cous-cous de tomate con aceite-aceitunas a la albahaca y parmesano.

Seguramente el plato más bello del menú, y casi casi tan bueno como bello. Aquí la idea es presentar los sabores clásicos de la cocina italiana, como una pizza deconstruida. Empezamos por un cous-cous de tomate crujiente (similar a las migas anteriores pero con intenso sabor a tomate), acompañado por una pincelada de oliva (como si hubiésemos reventado una de las olivas esféricas del principio) y un helado de albahaca (potentísimo y concentrado, rozando lo ofensivo, pero muy bien logrado) Para rematar, una copa de suero de parmesano. Al mezclarlo todo daban ganas de cantar O Sole Mío…

20) Risotto de cítricos.

Un plato muy curioso, hecho con los gránulos de la carne del pomelo, levemente cocida. Acompañado por sésamo tierno y unos dados de gelatina (no recuerdo de qué)

21) Ñoquis de polenta con café y azafrán.

Para mi, el plato más rico (en el sentido tradicional) del menú. Unos jugosísimos ñoquis de polenta con un impresionante contraste de café (un armonía muy trabajada) Acompañado por una salsa muy sabrosa con notas de azafrán. Un plato de “cocina de verdad” para disfrutar al 100%.

22) Empanadilla de padrón.

…Y con este plato, el señor Adrià me robó el corazón. Este es, sin duda, mi plato favorito del menú (si bien el anterior posiblemente fuese, como he dicho, el más rico en cuanto a sabor) y os voy a intentar explicar el porqué. Se trata de un fondo de crema de pimiento (excelente) donde nadan unos ravioli translúcidos rellenos de, atención, SEMILLAS DE PIMIENTO DEL PADRON!, es decir, está tomando un producto tradicional y usando “la parte menos noble” que “obviamente” cualquier otro tres estrellas del mundo lanzaría a la basura sin pensárselo… y no solo logra hacer un plato a base de semillas (tiernas y jugosísimas) sino que el resultado es excelente. Para rematar, había dos pequeños contrastes de REGALIZ, algo que quizá a priori nunca asociaríamos con un pimiento del padrón, pero que resultaba complementarse a la perfección, resultando una armonía final increíble. Belleza, técnica, sabor, creatividad, contraste y armonía. Le doy un 10.

23) Navajas con algas.

Esto es un homenaje al mar, y a los sabores yodados que tanto fascinan a Ferran. Aquí apenas si hay cocina, ya que son ingredientes crudos con sabor muy potenciado.

24) Enokis a la crema.

Este plato nos lo presentaron como una “falsa fideuá”, y efectivamente, el sabor era como una fideuá un poco cremosa. La sorpresa fue conocer que los fideos no eran tales, sino “enokis” (una seta muy usada en la cocina oriental) Lo que veis alrededor son algas y berberechos esferificados.

25) Ventresca de caballa teriyaki.

Un plato excelente (el favorito de Sonia a lo largo de la noche) Una ventresca de caballa cocinada al estilo “teriyaki” (plancha japonesa y con un toque de salsa de soja) acompañado de un crujiente de algas (de textura similar a las migas comentadas) y una espuma de té negro. Al fondo, media cereza solitaria con un relleno de anchoa. Un plato muy oriental, muy trabajado y muy rico.

26) Tuétano con hojas de mostaza.

Aquí se trata de comer hojas y flores de la planta de la mostaza con diversos contrastes. A la izquierda una hoja acompañada de un “tuétano de anguila” (no sé exactamente lo que es, pero no sabía muy distinto del tuétano de la ternera), al centro una flor de mostaza (con un increíble sabor a almendra amarga) y para finalizar otra hoja acompañada de una simple rodaja de pepino asada con sal (muy buena)

27) Juego de liebre.

Otro de los platos que más gustó a Sonia. Se trata de un “jugo” (sopa-crema) con un potente sabor a liebre (como un civet con salsa cazadora) Los puntos negros son crema de trufa y esa cosa rara que hay en el centro es una manzana cocida-gelatinizada al vacío e infusionada con frutos rojos. Un plato muy otoñal, con sabores de caza pero muy refinados. Muy bueno.

28) La Lana 2007.

Entramos, por así decirlo, en el apartado de los postres, si bien en el Bulli los sabores dulces y salados se alternan durante todo el menú. Se trata de una buena dosis de “Barbapapá” (ese algodón dulce de feria que todos hemos comido de pequeños, de ahí el nombre de “la lana”) que se dispone sobre el plato, tapando una mezcla muy rica de platano confitado, café y demás gollerías.

29) Trufitas.

Aparece el camarero con una bandeja conteniendo este precioso “Paisaje lunar” en el que hay que pescar, casi a ciegas, unas deliciosas trufas de yema.

30) Tierra.

Este postre me encantó. Se trata de un divertidísimo plato de chocolates liofilizados que imita a la perfección un puñado de tierra (graciosísimo el gusano de chocolate) El plato, además de simpático, estaba francamente bueno (y eso que yo no soy muy aficionado a los postres de chocolate)

31) Fresas con yogur y perla de vinagre.

Entramos en la recta final de pequeñas delicias para acompañar el café (atención de nuevo al detallito del cubierto: la versión metalizada de las cucharillas desechables de las máquinas de café de las oficinas) Empezamos con una deliciosa fresa con polvo de yogur y una “perla” rellena de vinagre balsámico blanco (el vinagre suele ponerse como contraste a las fresas en muchos postres tradicionales)

32) Galletas de menta con albaricoque.

No me entusiasmó especialmente ya que la menta no es santo de mi devoción. Lo de arriba no recuerdo si era albaricoque o melocotón.

33) Papel comestible.

Para finalizar de forma divertida, un “papel comestible” con sabor a arándanos. Otra virguería técnica de los laboratorios de El Bulli. Podéis ver como se deshacía en la boca.

Y eso es “todo”… una noche memorable.

Comentar como anécdota, que en la mesa de al lado teníamos al equipo al completo de “Polonia”, un programa muy famoso de TV3, de sátira política. Precisamente se ha hecho muy famosa la imitación de Adrià que hace uno de los actores del programa.
En fin, hemos disfrutado de lo lindo.